Ha poblado el mundo de personajes que siempre parecen estar en lugares donde no puedes tocar su corazón. Como si se hubiesen ido ya, aunque puedas estirar la mano y tocarlos. Pero es inútil tocarlos, su partida no es física. Quizá por eso uno de sus primeros trabajos premiados era una mujer tendida en un sofá, abrazada a él, con todos los sentidos extraviados de tal forma en ése mueble que ya no le cabía espacio alguno para amar a otra personas más. Y luego hizo un ángel hermoso, perverso, distante, presente. Y ahora esto, estos sujetos que no sabemos si caminan hacia su naufragio o han sobrevivido a él. No importa, como es habitual, están allí, pero es como si ya se hubiesen ido y te hubiesen dejado un espacio enorme de nostalgia en el cuerpo.
Javier Arévalo ( 2015 )
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